Mirad, hay una cosa fabulosa que pasa todos los días. Suele ser bastante previsible, lo que no le resta ni un ápice de espectacularidad, no obstante. De hecho, hasta puede saberse con aproximación al minuto de cuándo acontecerá este fenómeno. Todo el mundo puede gozarlo y no hay lugar del planeta donde no ocurra. ¿Qué más se le puede pedir a algo que nos produzca bienestar y nos infunda cierta alegría? Pues tengo algo más: es completamente gratis (de momento, claro). Con estos antecedentes es casi impensable que esto pueda existir, pero os prometo que es así. El problema es que, por paradójico que resulte, por veces que podamos haberlo disfrutado (y todos lo hemos hecho alguna vez) no es tan seguro que le atribuyamos esas características que menciono. A mí me costó un poco darme cuenta, lo reconozco, pero desde aquel día ya no se me olvida y lo guardo en mi “Carpeta de Favoritos”. Salí a desayunar a la terraza; un día normal, me senté en mi butaca; Diego no andaba lejos, seguramente ronroneando; crucé mis piernas, cogí la taza y miré hacia adelante: estaba amaneciendo. No creo ni que fuera un amanecer especialmente bello (de esos en los que se irradian rayos de sol a lo bestia, como si fuera a aparecerse dios en medio de las nubes) o de colores especialmente bonitos. Simplemente amanecía y yo aprehendí aquel amanecer. Digamos que lo hice mío. Me apropié de él. Decidí que era bonito, que me infundiría alegría, que sería memorable, que me haría sentir bien, que lo recordaría y que algún día se lo explicaría a alguien (como de hecho hoy os lo explico a vosotros). Y ¿qué fue lo que pensé cuando me vi protagonista de aquel “inesperado” regalo telúrico? Pensé: “hostia, esto pasa a diario y es gratis”. Así, sin más, con el café con leche en la mano y sentado como un indio. Y de repente caes en que muchas cosas más que te pueden resultar agradables como para arreglarte el día son gratis y no es necesario complicarse mucho la vida para encontrarlas. Un cruce de palabras con la que atiende la panadería, un vistazo al coche de al lado en un semáforo en rojo y el descubrimiento de alguien guapísimo que espera a tu lado, que te sientas bien ese día con la ropa que has elegido… La mayoría de las cosas que nos proporcionan alegría y nos hacen sentir bien son gratis. Y nosotros nos pasamos la vida pensando que para llenar el alma hay que dejarse la nómina…
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