Maneras de vivir

Se hace verdaderamente difícil contestar algo a esas últimas frases que me escribiste. Mejor dicho; no es que sea difícil, es que uno se plantea que cualquier respuesta va a dignificar esas frases y en realidad no quiero conseguir eso. Pero una parte de mí necesita esto. Quizá la misma parte que vio ‘algo’ en ti…
No, no actuaste con claridad en todo momento. Y realmente no creo que de verdad quisieras eso. O te importara mucho la claridad. Creo que mas bien actuaste de manera intencionadamente ‘vaga’. Creo que simplemente probaste conmigo a ver qué pasaba. Porque viste alguien bueno, alguien a quien atraías además, alguien que estaba ahí… Quisiste saciar tu curiosidad (aunque quizá hasta ya supieras de antemano que no ibas a querer nada al final) y me utilizaste porque viste que yo ponía todo mi interés.
Que te agobiaras aquel fin de semana (o aquella semana, o aquel mes…) sabrás sin duda (puesto que eres inteligente) que se pudo deber a muchos factores, muchos de ellos poco relacionados con empezar una historia con alguien etc. Pero eso no importa. Importa tu decisión de que esa sensación (sin desbrozar, sin pulir, sin contar conmigo) fuera primordial para dar carpetazo a lo nuestro. Qué poco delicado ¿no? Qué poco arte… Pero bueno, tampoco se puede pedir más cuando uno siente que no quiere seguir conociendo a alguien. La putada es que yo pensé siempre que tú eras alguien a quien sí que se le podía pedir más, más y mejor.
Fui respetuoso contigo, creí en ti, esperé a que te sintieras con comodidad para ir un poco más allá en nuestros contactos, te escuché, te hablé, te tendí mi mano. Rechazaste todo eso. Lo peor que se puede decir es que no lo valoraste o te dio igual o te dejaste llevar por aquel agobio. Son cosas humanas, mediocres, ajustadas, reales. Mucha gente no llega a más. La putada es que yo te valoré mucho más, pensé que no serías ‘así’ y qué decepción cuando vi aquellas frases… No me vinieron de nuevas, obviamente, no fueron una sorpresa, qué duda cabe. Pero sentí más decepción que tristeza cuando las leí. Porque sé que no son propias de quien me interesé. Que son impostadas, forzadas… Pero, evidentemente, debo respetarlas. Por mucho que me pesara.
No me pidas mil disculpas por hacerme daño. Pídeme millones y millones de disculpas. Y aún así te quedarás a corto camino. Pero ¿sabes qué? No importa; te disculpo todo eso y todo lo demás. Tú no me diste apenas nada aquellas semanas que ‘coincidimos’, pero yo a ti sí y me siento muy orgulloso de ello. Porque sé que lo que vi en ti existe, aunque insistas en mantenerlo oculto. Pero es tu decisión. La mía es actuar en base a mis principios. Luchar por lo que creo y quiero. No le pido disculpas a nadie por ello. Porque sé que mi actitud y mi manera de afrontar la vida serán arriesgadas, desinteresadas, me pondrán en peligro etc, pero desde luego no serán mediocres.
Ten mucha suerte. Mucha buena suerte. Y que sepas valorarlo cuando lo tengas delante. ¡Salud!

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *